Julio López de Blas está pasando esta carentena en su tierra querida, Mogarraz, junto a sus padres a los

que visitaba cada semana. Un padre que levanta el negocio familiar y al que su madre cuida con esmero

cada segundo a pesar de tener una edad avanzada.

Una familia que sabe lo que es tener que sobreponerse

a las adversidades y en la que Julio se que queda como hijo único tras perder al resto de sus hermanos a

prontas edades.

Tanto él como Alany Aquino saben que están en un entorno privilegiado y Julio entre

otras cosas se entretiene contando las cepas de su viña, que la tienen junto a la casa, y son más de 400.

 Julio y Alany cerraron las puertas del trashoguero un día antes del estado de alarma porque ya intuían lo

que se avecinaba aunque nunca imaginaron que fuera para este largo periodo.

Julio se mantiene

optimista ante el futuro pero reconoce que va a ser una crisis mucho más dura que ninguna de las

anteriores.

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